
¿No tener relaciones sexuales es una elección o una fatalidad? Algunos prefieren prescindir de ellas, pero otros sufren sus efectos secundarios. ¿Qué ocurre realmente en nuestro cuerpo y en nuestra mente cuando suspendemos las relaciones sexuales? De la fisiología a la psicología, descubramos las consecuencias de la abstinencia.
¿Es el sexo una actividad en peligro?
Según un estudio de Ifop de febrero de 2023, la Generación Z parece estar perdiendo interés por el sexo: el 43% de los jóvenes de entre 18 y 25 años fueron abstinentes durante 2022. Otras cifras, procedentes de un estudio de la marca de juguetes sexuales LELO, confirman la tendencia. El 76% de las mujeres encuestadas no ha mantenido relaciones sexuales en los últimos 12 meses, una cifra que ha aumentado desde la década de 2000, más concretamente frente al 91% de 2006 y el 82% de 1970.
Los jóvenes iniciados sexualmente también son más propensos a tomarse un descanso: el 28% de los jóvenes de 18 a 24 años no ha mantenido relaciones sexuales en un año, cinco veces más que en 2006 (5%).
¿Por qué los jóvenes tienen menos relaciones sexuales?
Hay muchas razones que explican este descenso de la libido entre los adultos jóvenes. Entre el estrés de los estudios, la presión social exacerbada por las redes sociales, la ansiedad ante el futuro e incluso la omnipresencia del porno, que puede desvirtuar las expectativas y crear complejos, la libido de los jóvenes parece estar sometida a fuertes tensiones. Por no hablar de que la era digital, paradójicamente, ha creado más aislamiento e inseguridad en las relaciones.
Incluso tengo una amiga de 24 años que hace poco me confesó: «A fuerza de swipear, ya no sé ni cómo acercarme a alguien en persona». Una prueba de que detrás de la generación ultraconectada a veces se esconde una gran soledad.
Entonces, ¿lo dejamos todo y guardamos las sábanas de satén? No tan rápido…
¿Cuáles son las consecuencias para el cuerpo?
1. Beneficios fisiológicos… y pequeños contratiempos
Fisiológicamente hablando, la abstinencia no es peligrosa en sí misma. Hay menos riesgo de infecciones de transmisión sexual, no hay estrés postcoital y hay menos noches sin dormir rehaciendo el mundo bajo el edredón. Pero si te abstienes durante demasiado tiempo, puedes llevarte algunas sorpresas. En las mujeres, la lubricación puede ser más caprichosa al reanudar, y en los hombres, puede resultar más difícil lograr una erección. Nada irreversible, ¡esté tranquilo!
Por cierto, un amigo me contó que, tras un largo periodo de inactividad, había redescubierto su cuerpo con una mezcla de sorpresa y diversión. «Como si tuviera que repetir el examen de conducir», bromeó. Como ves, el cuerpo tiene memoria propia, pero puede necesitar un poco de calentamiento.
2. El mito del pene encogido
Según la sexóloga Tara Suwinyattichaiporn (fuente: Daily Mail), una ausencia prolongada de actividad sexual podría provocar una ligera atrofia del pene en los hombres mayores. Nada alarmante para los hombres jóvenes, pero un recordatorio para no dejar el motor al ralentí durante demasiado tiempo.
3. ¿Impacto en la próstata?
Algunos científicos afirman que no eyacular con regularidad puede aumentar el riesgo de cáncer de próstata. Sin embargo, según el Dr. Gilbert Bou Jaoudé(Science et Vie), no existe ninguna prueba absoluta. En resumen: no hay que forzarse con el pretexto de preservar la salud.
Abstinencia y salud mental: todo es cuestión de percepción
1. Una abstinencia repentina: ¡cuida tu moral!
Cuando no se elige la abstinencia, puede pasar factura a la moral: frustración, baja autoestima, ansiedad, incluso depresión. En las parejas, la ausencia de relaciones sexuales también puede crear tensiones e incluso malentendidos. De hecho, la ausencia de relaciones sexuales es vivida de forma diferente por hombres y mujeres: dos de cada tres mujeres (69%) pueden afrontarla fácilmente, frente a apenas la mitad de los hombres (48%).
¿Quién no ha oído a un amigo refunfuñar por una «falta» involuntaria de sexo? «Me he vuelto irritable, hasta mi gato ha notado que algo va mal», confiesa una colega en plena travesía del desierto. Lo que demuestra que hasta nuestras mascotas perciben cuando nos falta algo. No, nada de comentarios sobre una treintañera soltera con gato, gracias.
2. La abstinencia elegida: una nueva libertad
Por otro lado, algunas personas encuentran el equilibrio en la abstinencia. En su libro Les corps abstinents, Emmanuelle Richard relata su experiencia de cinco años sin sexo, durante los cuales desarrolló una relación más serena consigo misma y con los demás. Lejos de ser un castigo, la abstinencia puede convertirse en una herramienta de reorientación personal.
3. Sexo y género: percepciones diferentes
Un importante estudio nacional revela que el 75% de las mujeres y el 62% de los hombres creen que las necesidades sexuales de los hombres son más imperativas (*fuente: Philippe Brenot, L’incroyable histoire du sexe). ¿Mito o realidad? Una cosa es segura: cada uno vive la abstinencia a su manera.
¿Y las personas asexuales?
Es cierto que puede que te lo preguntes. Una pregunta legítima, ya que el sexo no está en el centro de sus preocupaciones, si es que lo está. La asexualidad es una orientación sexual en sí misma, que afecta a alrededor del 1% de la población según algunos estudios. A diferencia de la abstinencia, que puede ser temporal o involuntaria, las personas asexuales experimentan poca o ninguna atracción sexual duradera. Esto no significa que sean insensibles a la intimidad o a las relaciones románticas, sino que conciben estas relaciones de forma diferente.
Un conocido asexual me dijo una vez: «Nunca he sentido síndrome de abstinencia, y no necesito el sexo para ser feliz. ¿Por qué todo el mundo asume que es imprescindible?». Lo pone un poco en perspectiva, ¿no? Lo importante es no confundir la ausencia de relaciones sexuales con la ausencia de deseo: cada individuo vive su sexualidad (o la falta de ella) a su manera, y no hay ninguna norma que seguir.
Entonces, ¿abstinencia o no?
Entonces, ¿la abstinencia es amiga o enemiga? La respuesta depende de ti. Haz lo que quieras. Físicamente, no importa. Lo que cuenta es el espíritu. Así que, si te sientes bien, no hay de qué preocuparse. Si te pesa, quizá sea el momento de pensar en lo que quieres y en cómo puedes redescubrir una vida íntima satisfactoria, ya sea solo o con otras personas.
Seamos realistas: el sexo es como el deporte. A algunos les encanta sudar, otros prefieren verlo desde la grada, y unos pocos ni siquiera entienden el sentido del juego. Lo importante es estar en sintonía con uno mismo… ¡y no ceder nunca a la presión social!
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